43.55055, -7.895

                   

                   Marván

                  

         Seixas (Santa María)

La mámoas son abombamientos artificiales del terreno que acogen túmulos funerarios prehistóricos, los elementos más antiguos que se conservan de este tipo de patrimonio. Su edad varía bastante pero, en general, se acepta que, formando parte de la cultura megalítica,  datan a groso modo de 5.000 a 2.000 años antes de Cristo, esto es, del Neolítico y dentro de lo que se conoce como la Cultura Megalítica, cuyos elementos más conocidos son los dólmenes.

Situados normalmente en zonas elevadas, no lejos de antiguas sendas que unían los distintos asentamientos prehistóricos, es habitual que se agrupen en necrópolis de varios elementos que respetaban una intervisibilidad. El abandono de los campos de cultivo desde mediados del siglo pasado provocó que muchas sean de difícil acceso y localización, debajo de cubiertas arbóreas o de matorral espeso. Es lo que le pasa a la de Marbán, que sin embargo cuenta con una magia especial que se destila de leyenda famosa en la comarca. La historia legendaria dice que en tiempos de los moros llegó a Somozas un noble francés que había derrotado a los invasores en distintos escenarios y que algunos relacionan con la famosa Batalla de Clavijo y otros con la de Melide. Por sus hazañas bélicas el Rey le había concedido estos territorios, enfrentándose entonces a los árabes que cada año cobraban el llamado tributo de las cien doncellas. Este obligaba a pagar a los lugareños con el duro sacrificio de enviar a sus mujeres jóvenes a harenes de tierras lejanas. El francés liberó a las muchachas que se hallaban encerradas en la conocida casa de As Enchousas, acabando con el macabro ritual de ascender a la cima del monte en el que nos encontramos para despedir con un triste “a la Mar Van” a las cautivas que embarcaban en la lejana pero visible costa. De ello se han hecho eco las etimologías populares que interpretan el nombre del liberador Somoça por el de Somozas y el de “mar van” para la altura de Marbán. Los cierto es que la tradición ha pasado al propio escudo municipal, en el que se interpretaría la torre de As Enchousas y las cadenas del vil encierro.

No es la única medoña, nombre local y de otras zonas de Galicia para estas manifestaciones luctuosas, de estas elevaciones. Es fácil encontrar algunas más, como la del Monte da Vilalbesa, visible claramente desde la carretera, en la que existe la tradición de que en su interior se escondían un carro y un yugo de oro, lo cual hizo que a mediados de la pasada centuria aún la gente buscara el tesoro oculto bajo su cúpula.