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As Somozas (Santiago Seré)

O Machuco

La historia de As Somozas se ha escrito en hierro y agua, energía y materia, la esencia de la vida. Visitando los vestigios de sus ruinas y aprovechando la toponimia local se pueden descubrir hasta cuatro emplazamientos en los que funcionaron en algún momento machucos o herrerías. El más antiguo debería de ser, por su nombre, O Machuco Vello, emplazado cerca de la capilla de San Isidro, en una vuelta del río Pequeño pero en la orilla opuesta del arroyo. En la actualidad existen allí una vivienda y un gran molino abandonados, que seguro transformaron la estructura original del mazo, del que no se distingue nada en la actualidad. En las proximidades del lugar de A Queira existe otro establecimiento, el de A Ferraría, que estuvo unido por lazos familiares a la Forxa do Castelo, y que aprovecha las aguas del Rego das Ferrarías, compartido con el vecino municipio de Moeche. Además, en el extremo opuesto del muncipio, hacia el sur, se encuentra O Machuco Novo, en un meandro cerrado del río Grande. Ya por último, el que se presenta ante nosotros, se conoce como O Machuco o Machuco das Somozas, muy próximo a la capital municipal, cuyo uso dio lugar a una de las sagas familiares con más importancia en la siderurgia gallega.

Centrándonos en este último, se acomoda al cauce del Rego da Ramisqueira, siendo el más céntrico, ya que se accede descendiendo hacia el río por una pista que hay enfrente a la iglesia de Santiago Seré. En poco más de 300 metros se llega hasta un puente tras el cual se encuentra el núcleo de O Machuco, compuesto por una sola vivienda y sus construcciones adjetivas. Pero nosotros nos desviaremos antes del paso fluvial a mano derecha, siguiendo un camino de tierra que deja el río a nuestra izquierda, yendo ya su lecho represado para dar servicio a la herrería. Tras un corto y agradable paseo desde la carretera se llega a otro cartel que indica la proximidad del mazo, cuya edificación principal se puede observar ya desde allí entre la foresta.

Los restos del establecimiento dejan ver aún una pequeña nave de unos 15 metros cuadrados y tres metros de altura media en su parte central, con techado de pizarra en buen estado y teja curva en su cumbre. Su iluminación natural interna se consigue mediante una amplia ventana y una bufarda alargada horizontalmente sobre ella, contando también con la puerta que, en otra de las paredes, se orienta hacia el río. El techo conserva su estructura original en tablas de madera y trabes en tijeras en una sola pieza triangular, diferenciándose la viga de la cumbre, los pontones y, sobre ellos, la ripa entablada en madera noble autóctona. Fuera de esta edificación principal es posible distinguir bien la canalización que llega en ángulo recto a una gran cuba, la cual acumulaba el agua para generar caudal y presión hidráulica, presentando un ancho de unos tres metros y una longitud de algo más de diez. Desde ella un canal interno rectangular llevaba el agua al lugar del martinete, que se encontraba en una segunda edificación techada pero de la que ahora solo quedan partes de sus muros. En este lugar es posible observar piezas de la estructura original que engranaba la rueda, el árbol y el martillo del ingenio hidráulico.